jueves, 27 de septiembre de 2007

Metacoincidencias

La coincidencia de esta semana tiene cierta gracia, porque se trata de una coincidencia relacionada con una conversación de café... sobre coincidencias. En definitiva, una metacoincidencia.

El caso es que, a raíz del estreno en cuatro de la serie Seis Grados he tenido últimamente varias conversaciones sobre la certeza o no de la Teoría de los Seis Grados. Según esta teoría, podemos encontrar una cadena de seis personas, conocidas entre si, que relaciona a cualquier par de personas del mundo.

Yo personalmente soy un creyente de esta teoría, al menos en su idea básica. No se si podría encontrar una conexión de esta forma con cualquier persona, pero no me sorprende en absoluto encontrar conocidos comunes durante una conversación con un completo desconocido, en un tren, una sala de espera,... John Allen Paulos, en su libro El hombre anumérico, deja bastante claro que la probabilidad de no encontrar ninguna conexión es muy baja. Hay resultados básicos de, por ejemplo, la teoría de grafos que lo demuestran.

La semana pasada, asistí a un congreso en Grecia, en el que conocí a varias personas de Valencia y Alicante. Como era de esperar, viniendo todos del mundillo de las mates, fue fácil encontrar conexiones entre nosotros. En concreto, conocí a una compañera de promoción de Antonio, mi profesor de mates del instituto, y a un compañero de facultad de Carlos, matemático de Alicante, amigo de mi hermano y alumno de doctorado de Antonio.

Hasta aquí todo normal. Lo curioso empieza ya de vuelta en Valencia, cuando recibo una llamada de teléfono de Carlos interesándose por una beca en mi departamento.
- ¿Ignacio? Soy Carlos, el estudiante de doctorado de Antonio.
- ¡Coño Carlos, cuánto tiempo! Esta semana, precisamente, he estado en Grecia con un compañero tuyo de la facultad.

Pero lo que casi colmó mi capacidad de no-asombro fue cuando un compañero del departamento me paró por el pasillo:
- Este fin de semana he conocido a un profesor tuyo de Alicante, que es vecino de mi tía.
- No me lo digas. A Antonio.
- ¡Joder! ¿Cómo lo has sabido?
- Es igual. Sería muy largo de contar.

No hay comentarios: